Accesibilidad de las interfaces

Las barreras que los usuarios discapacitados y personas de edad avanzada encuentran para interactuar con sistemas interactivos están relacionadas principalmente con la interfaz de usuario e incluyen las dificultades físicas para manipular los dispositivos y las barreras cognitivas para entender los procedimientos y la navegación. Los estudios realizados con usuarios evidencian la necesidad de interfaces adaptables que permitan el control de dispositivos y servicios a través de sistemas interoperables integrados en un entorno inteligente [ABA03].

Por ejemplo, una persona con baja visión que usa un ampliador de pantalla encontrará borrosos, y a menudo ininteligibles al ser ampliados, los textos presentados como imágenes.

Un lector en Braille procesará siempre una tabla a modo de tabla, mientras que el sitio ha utilizado las tablas para el diseño, lo que hace incomprensible la página. Un lector en Braille también leerá las etiquetas ALT del sitio, sin embargo, si las etiquetas ALT (el atributo ALT) están vacías o no explican el objetivo del elemento, el usuario no sabe qué hay en la pantalla.

Sin la codificación apropiada, la mayoría de estas herramientas no puede descifrar información importante, dejando frustrado al usuario final.

Accesibilidad física

Las interfaces estándar se basan en el uso de dispositivos de interacción más comunes: el teclado y el ratón para la entrada de datos y la pantalla (y ocasionalmente los altavoces para señales audibles) para la salida. El uso de estos dispositivos requiere determinadas capacidades físicas: La entrada demanda precisión y coordinación motora, además de coordinación visual-motora para el manejo del dispositivo apuntador, y la salida requiere capacidad visual y ocasionalmente auditiva.

Los seres humanos presentan gran diversidad en sus discapacidades, de manera que una fracción importante de la población no alcanza los mínimos necesarios para manejar estos dispositivos de manera adecuada. Esto puede ocurrir por diversas causas, tales como el envejecimiento, discapacidad o por estar realizando simultáneamente otra tarea (como conducir o trabajar). Este último caso se ha introducido recientemente al conjunto de necesidades especiales debido a la enorme expansión de los dispositivos ubicuos, que pueden ser utilizados mientras el usuario se desplaza o realiza actividades diversas.

En relación tanto a la accesibilidad cognitiva como a la física es de destacar la investigación que está liderando el científico español José del Rocío MILLÁN en el Insitute Dalle Molle d’Intelligence Artificielle Perceptive desarrollando el proyecto denominado Adaptive Brain Interfaces, ABI, que resumidamente consiste en desarrollar un sistema que permite transmitir órdenes a un equipo informático mediante las ondas cerebrales del individuo [MIL03]. Es indudable que los primeros en beneficiarse de tecnologías como la de este proyecto serán las personas con graves deficiencias físicas, aunque todavía falta para que esta tecnología sea una realidad cotidiana. Las aplicaciones van a ir desde facilitar la comunicación (teclados virtuales para la escritura de mensajes o navegadores Internet) hasta el control de dispositivos externos (como luces, televisores, puertas, etc.) que incluso les pueden proporcionar autonomía motora mediante el manejo de una silla de ruedas o de un brazo artificial.

Accesibilidad cognitiva

Las interfaces regulan el diálogo usuario-aplicación mediante una serie de procedimientos que incluyen las órdenes disponibles, los procedimientos de navegación, etc. Estos elementos se encuadran en un modelo de la tarea a realizar que suele ser explicitado como una metáfora de la misma actividad realizada sin la ayuda del ordenador. Para conseguir un uso adecuado la persona debe comprender los procedimientos, las metáforas, la navegación, etc., lo que en definitiva depende del ajuste entre la «visión del mundo» que tiene el usuario y la que tiene la aplicación.

También las capacidades cognitivas de los usuarios son muy diversas [CAÑ01b]. Además del envejecimiento y las discapacidades cognitivas, aspectos tales como el uso de un idioma diferente de la lengua materna o la disminución de la atención al realizar otra tarea simultáneamente pueden influir en la capacidad cognitiva, por lo que también es necesario tener en cuenta esta diversidad a la hora de diseñar métodos de interacción.

A pesar de que este tipo de barreras afectan a un colectivo muy amplio, que incluye a personas consideradas como capacitadas, los estudios de accesibilidad cognitiva están menos desarrollados que los de accesibilidad física.